
Casi
un momento de barco
untado de orillas,
mi amor saqueado.
Quién recogió el viento
en un sudario de velas
y me dejó esta arboladura inútil
un calabozo de escamas
el puerto patíbulo.
Se agota salina la tarde
y el sol aún ignora mis costillas,
el latido que zozobra
en un fondo de anclas,
los mares dentro de mares
que conocen mis estrellas,
mi soledad detenida
en este timón sin manos.
Hay manos que siempre agarran un timón...pero está a la deriva sin saber siquiera que existía..
ResponderEliminarHermoso Claudia, Gracias
¡Bellísimo poema!
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte,
Marcela.
leí todos hasta acá, no los comenté, perdón, pero eres fuera de serie, toda tu palabra es poesía escrita con letras enormes y mayúscula. me conmueves hasta las sensaciones que pensé nunca podría haber sentido! gracias
ResponderEliminarun beso enorme
luego sigo, es mucho movimiento por dentro y no me contengo
francisco