
Mi madre me enseñó a mantener cortas las garras, a pulirlas,
a pintarlas de colores, disimularlas tan bien que todos crean que son uñas de manicura.
Debo afeitarme las plumas tres veces al día y evitar los graznidos.
Todo para ser este canario de rapiña en el espejo.
Claudia: Cuando me senté a tu lado en esa fría aula del Colegio de Tucumán, algo presentía, pero no sabía, cuánto es bella y conmovedora tu poesía. Me gusta leerte. Me gusta tu blog, sus imágenes, y tu almita de nena merodeando por ahí. Gracias por compartir estos espacios. Intuyo futuros encuentros y lecturas compartidas. Saludos con admiración y cariño. Raúl
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